No puedo volver contigo

Después de muchos años juntos, y de mucho camino hecho, no tuve otro remedio que dejar a la persona que hasta entonces más había querido. Con mucho dolor, y también con mucha rabia, tomé la decisión más dura de mi vida.

Tal y como yo entiendo la relación de pareja, todo empieza muy bien, pero las cosas a veces se tuercen. Va pasando el tiempo, y nos creemos poseedores de la persona que tenemos al lado, perdiendo y olvidando los pequeños detalles de cada día. ¡Parece que no importan ya!.

Un beso cuando llego, otro cuando me voy, un recuerdo a media mañana, o reírme en el trabajo de algún suceso divertido vivido juntos. Son  detalles muy importantes, porque nos unen cada día más, nos reafirman, como pequeños corchetes que te van enganchando, de los que no te puedes soltar.

A veces, simplemente recordar la primera canción que me evocó este amor, cuando suena en algún lugar, me hace conectarme con lo importante del amor. Cuando me despierto y tengo una maravillosa sensación porque de nuevo está a mi lado, y me levanto con la ilusión de vivir un día más con esa persona, como una gran oportunidad de entrega incondicional que me agrada y me hace crecer.

Y lo más importante, tener la libertad de ser cada cual como es. Respetando y  aceptando al otro sin condiciones. Sin fingimientos, sin mentiras, sin nada que ocultar. Dejando que la otra persona sea feliz, de forma natural. Teniendo espacio para hacer tus cosas, incluso para disfrutar de tus hobbies, o de tus amigos. Que no pasa nada por tener algún fin de semana por separado, así nos añoramos y volvemos más enamorados.

Pero la teoría está muy bien, y llega la hora de la práctica, donde normalmente hay muchos fallos, por ambas partes, claro. Las emociones nos desbordan, y no sabemos controlarlas. Pero la única forma de aprender a hacer algo, es hacerlo, y con la práctica, aprender. Eso sí, si nos atrevemos a mejorar los errores, y así evolucionar en este sentido.

Puede que en vez de ayudarnos, nos pongamos barreras, cada uno a lo suyo, sin pararnos a pensar en cuanto estropeamos la relación de esta manera. Y la causa de esto, es que normalmente defendemos nuestra manera de ver las cosas, la vida en general. Y no nos ponemos en el lugar del otro, de porqué tiene otro punto de vista. Incluso la riqueza que se puede compartir entre los dos, por el simple hecho de ser diferentes, pasa desapercibida.

En definitiva, obviamos lo importante, y nos quedamos con lo superficial. Si lo que importa son los sentimientos, ¿qué narices estamos haciendo?. Olvidamos lo que nos impulsó a amar a esa persona, lo que nos gustó de ella.

Incluso en algunas ocasiones, llegamos al punto, de ver a la pareja como amenazante, y utilizamos expresiones tales como: ¡no me deja vivir!, no actúa ni siente como yo quiero, ni hace nada a mi gusto. Me repatea hasta como se viste o camina, ¡y ya no lo puedo soportar!.

En mi caso, sobretodo el exceso de control fue el gran fallo. El lo hacía con la mejor intención, «para cuidarme», pero no se daba cuenta de lo pequeñita que yo me sentía a su lado cada vez que decía que no sabía hacer algo, o que no servía para tal o para cual cosa. Mi autoestima bajaba muchos puntos por debajo de lo normal.

Me molestaba extremadamente que hablara de mí con otras personas, sin tener en cuenta que yo estaba allí presente. Simplemente me dolía, pero callaba una vez más.

Sé que soy poco expresiva, así que, disimulaba de forma muy profesional, para que no se me notara el cabreo, por costumbre, por dependencia e incluso a veces dudaba acerca de si era él quién tenía razón. Aunque pocas veces me aventuraba a decir algo.

También le dejaba que se encargara de todo, pues era lo que él quería, sin límites. Yo simplemente tenía mi trabajo, y el resto me dejaba llevar. Más que mi pareja, parecía un padre.

Esta situación era cómoda, pero a la vez muy humillante. Llegó a un punto tan exagerado, que me decía exactamente lo que tenía que hacer en cada momento. Imponiéndome su voluntad a toda costa. Más que nada, porque cuando no cortas estas cosas, normalmente, con el tiempo, van a más. Y yo, cada vez más insegura en todos los aspectos, tragaba porque no era capaz de hacer otra cosa.

Pasaba el tiempo, él seguía sin darse cuenta de nada, y yo sin ponerme en mi sitio, todo igual hasta que llegué a mi límite, fue cuando todo estalló dentro de mí de una manera increíble.

No es que pasara nada especial ese día, simplemente lo vi todo claro, como una visión. Como no era capaz de hacer ninguna otra cosa, simplemente le pedí el divorcio y me fui de su lado. Sin explicaciones, sin decir nada. Después de tanto sufrimiento silencioso, ya no tenía nada que decir.

Se quedó impactado, sin poder creérselo. No supo reaccionar, pues no se esperaba para nada que llegara a ocurrir este acontecimiento. Pensó que sería una tontería, que se me pasaría, y no cesó, durante mucho tiempo, en su empeño de llamarme, de buscarme, de tratar con desesperación de entender. No hallaba consuelo, ni en mi silencio ni en mi determinación.

Pero yo me volví impasible a su dolor. No podía remediarlo, solo quería estar lejos, olvidarle y no tener contacto alguno con él. Le pedí tiempo para poder ser amigos, pero él más herido todavía, no quiso ni escucharme.

Muy sorprendido con mi decisión, pues pensaba que dependía de él totalmente, no creyó jamás, ni por un solo segundo que yo me fuera de su lado. Y puede que tuviera razón, pero ahora estaba segura de poder soltarme de esta relación.

Ni se imaginaba lo que yo sentía. Ni podía ver mi dolor acumulado después de tanto tiempo, bien guardado en mi interior. No se trataba de echar la culpa a nadie, yo también cometí grandes errores, sobretodo, el no expresar lo que sentía en todo momento. Pero simplemente, «no podía».

Fueron tiempos muy duros, él, luchando por mí como un loco, y yo cada vez más lejos del pasado. Pero fui fuerte y me mantuve. No quería estar con él por pena o lástima. Aunque no me lo puso fácil, desde luego. Movilizó a toda la familia, insistió de todas las maneras posibles durante mucho tiempo. Utilizó diversas estrategias, pero ninguna le funcionó. Y ahí, en el momento exacto en el que se dio realmente cuenta de que me había perdido, fue cuando se hundió. Reaccionó muy mal, y nos tuvo a todos bastante preocupados pues no supimos durante un tiempo donde estaba, simplemente desapareció. Necesitaba tiempo.

Mientras yo me mantenía en mis trece, quería rehacer mi vida. Vivir el amor de nuevo. Tener nuevas esperanzas para crear algo bonito, algo real que alcanzar. Me ilusionaba con mi nueva vida, con la posibilidad de ser feliz con otra persona. Esto me daba fuerzas, sin saber lo que me esperaba, me daba igual…

Cuanto más tiempo pasaba, mejor me sentía yo, organizando de nuevo mi vida, que estaba cambiando bastante, por cierto. A veces estaba rara, cuando tenía que tomar decisiones importantes, pero cada vez, más cómoda conmigo misma.

Hoy se ha presentado a verme, después de casi nueve meses. Esta vez, estoy muy tranquila. Simplemente le he dicho: «Lo siento, no puedo volver contigo». Y él, esta vez lo ha comprendido. No porque dijera nada más para convencerlo, es que lo ha visto en mi mirada. Ya no le amo. Y él lo ha captado.

Al final, hemos conseguido ser amigos, de alguna manera. Todavía a veces me toca ponerle en su sitio, pues le cuesta aceptar que cuando algo se agota, se acaba sin remedio. Trato de quedarme con todo lo bueno vivido con él, y guardar el mejor recuerdo de nuestra relación en mi corazón. Ofreciéndole un cariño incondicional, que es lo único que le puedo dar.

Anuncio publicitario

Un comentario sobre “No puedo volver contigo

  1. Lamento decirlo pero tu tienes parte de culpa al no frenarlo.
    Lo principal en la pareja es la comunicación y la sinceridad.
    Pero tiene que ser enseguida, sin perder tiempo, sin dejar pasar la situación.
    Y el por menospreciarte, por considerarte de su propiedad, porque vos le diste alas con tu silencio.
    Es más común de lo que parece, conozco casos de cerca.
    Espero que no te equiviques de nuevo y te animes a mostrarte desconforme.
    Saludos.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s