Cuanto camino recorrido, con dolor y sufrimiento,
ocultando las desdichas para no revivirlas,
las marcas en su rostro denotan el cansancio,
el agotamiento de la desesperanza impuesta.
El abuelo está entristecido mirando el pasado,
con la mirada perdida en el horizonte lejano,
ya no quedan resquicios, ganas de seguir viviendo,
no hay satisfacción en su mundo actual.
Donde quedó su enorme ímpetu, su fuerza,
ni siquiera recuerda la última vez que sonrió,
y si alguna vez pensó que todo merecía la pena,
ahora ya no tiene sentido nada de lo que vivió.
Su cuerpo enfermo le recuerda cada día,
que la nostalgia sólo genera más sufrimiento,
la realidad se impone a sus manidos recuerdos,
y la soledad impera en su desgastado corazón.
La vida se le va, se está apagando poco a poco,
el miedo atenaza sin piedad su esclavizada mente,
no por aferrarse a este mundo por un tiempo,
sino porque no sabe lo que luego le espera.
Real y algo triste. Pero asi es la vida muchas veces….
Un abrazo
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Lo importante para mí es que la vida de cada persona haya merecido la pena.
Un abrazo
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