Sin darnos cuenta, vamos por la vida arrastrando todo aquello que no hemos vivido plenamente, y aunque creamos que lo hemos olvidado, en realidad no es así, porque no hemos liberado las emociones amargas, ni resuelto de verdad aquello que nos hizo daño.
Estas emociones del pasado, incluso de la niñez, que en su momento no estábamos preparados para resolver, y que permanecen escondidas en algún lugar dentro de nosotros, emergen de forma espontánea cada vez que acontece en nuestra vida una vivencia parecida a la que creó esa emoción.
Por ello, sin saberlo, reaccionamos de una manera determinada ante un suceso, una palabra o una frase dicha por alguien e incluso ante un gesto que nos cohíbe y nos hace sentir vulnerables, es suficiente para hacernos reaccionar. No somos capaces de controlarnos, es como si algo dentro de nosotros estallara, sintiéndonos desconcertados después, e incluso avergonzados de nuestro comportamiento sin medida.
«Algo externo que tiene la capacidad de removernos internamente», este es el resumen de lo que nos ocurre, aunque también podemos pasarnos la vida culpando a los demás de nuestra ansiedad, malestar, estrés, y demás emociones que no son más que síntomas de lo que realmente cohabita en nuestro mundo interior.
La realidad es que reaccionamos espontáneamente, por impulso, a cualquier cosa que nos conecte con aquella experiencia del pasado que nos hizo sentir realmente mal, que hizo mella en nuestros sentimientos, y que dejó su huella sin ser conscientes.
Como reflejo de lo que guardamos secretamente en nuestro interior, lo normal es que de alguna manera atraigamos situaciones iguales o parecidas a nuestra realidad, con el único objetivo de que por fin veamos lo que ocurre, y seamos capaces de cambiar algo.
Lo normal es ver esta situación de repetición continua de nuestras experiencias como si se tratara de algún tipo de injusticia contra nuestra persona o una cuestión de mala suerte en cualquier aspecto de nuestra vida como relaciones de pareja, amigos, temas laborales, etc…
Imaginemos, por ejemplo, que lo que ocurre en tus relaciones de pareja, es que, sin saber por qué, siempre terminas con el mismo prototipo de persona. Aunque su forma de ser y comportarse no encaja para nada contigo, pero de alguna manera, te atrae, y necesitas vivir la misma experiencia una y otra vez, generando más frustración en cada intento fallido de tener éxito en este asunto.
Se repiten las historias, pero nos dejamos engañar por nuestra mente, creándonos una ilusión de lo que queremos ver, no queriendo afrontar la realidad tal y como es. Tendemos a idealizar a esa persona, esa situación, o cualquier otra cosa, pero esto acaba por desmoronarse tarde o temprano, porque no es real, sólo se trata de un espejismo.
La respuesta está dentro de ti. Trata de alcanzar ese lugar donde se encuentra tu dolor olvidado, ese que te recuerda constantemente que no eres feliz. Y quizás cuando lo mires esta vez de frente, sí puedas darte cuenta de lo que has estado haciendo todos estos años, huir de él constantemente, ¡cómo si pudieras hacerlo tan fácilmente!.
A veces pienso que vivimos en la irrealidad permanente. Nos montamos nuestra propia obra de teatro, aún cambiando de actores de vez en cuando. Y lo peor de todo es que además acabamos creyendo que esa es nuestra historia.
Quizás estamos más pendientes de cambiar el mundo, o a cada persona que nos encontramos en el camino, que a nosotros mismos. Reflexionemos con el corazón en la mano, y seamos valientes para ver realmente en quien nos hemos convertido. Parece que esta cuestión sólo queda relegada a los que están a punto de perder la vida, por el motivo que sea, y el resto, actuamos como si fuéramos a permanecer aquí eternamente, sin mover un dedo por conocernos profundamente e indagar en quien somos en realidad.
Ojalá que este encuentro con nosotros mismos se convierta en una realidad. Y los sueños dejen de serlo, para convertirse en verdadera felicidad. De la auténtica, llena de paz y alegría por vivir cualquier momento, sea como sea, porque siempre nos aportará algo bello, justo lo que necesitamos, si estamos abiertos a recibir lo mejor del mundo.
Lo explicaste perfectamente…
Pero , aunque uno sepa todo esto , no deja de sufrir cada vez que la situación se repite….
En momentos de stress ,especialmente,no tiene ni fuerza ni tiempo para un análisis de su pasado y para conectarla con el presente…..
Después , hará un sintesis de lo ocurrido y se dará cuenta de su propia reacción ….
Tu dices que con el tiempo uno aprende…?
Yo solo pienso que hay cicatrices que no nos dejan nunca…..
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Bueno, según mi experiencia, hay que tratar de resolver esas cicatrices del pasado cuando tengamos una época tranquila, no cuando estemos en un momento de estrés. y tampoco es obligatorio, pero si aconsejable, merece la pena el esfuerzo de hacerlo si queremos comprobar los beneficios.
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Claro , es así ….
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Espero de corazón que esta reflexión te pueda ayudar de alguna manera.
Un abrazo y gracias por leerme.
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Me encantó. Muy cierto
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Me alegro, gracias por leerme.
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Hay un dicho: «Los humanos somos los únicos animales que nos tropezamos dos veces con la misma piedra».
Algo debemos de aprender de todos esos tropiezos, por eso los volvemos repetir, no? Eso es lo que pienso yo.
Un abrazo, Anita.
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Claro que sí, seguro que los necesitamos.
La pena es todo lo que nos podemos perder…
Otro abrazo para ti!.
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Muy buena reflexión, mucho en que pensar y también actuar porque la vida sigue y el tiempo es nuestro enemigo.
Me encantó leerte
Un abrazo grande y saludos
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Muchas gracias a ti por leerme.
Te envío otro abrazo grande!
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Me ha gustado,y si, repetimos estereotipos, para que engañarme, y bueno, supongo que es una mezcla de esperanza en que, en esta ocasión, si que saldrá bien, pero ¿sabes?, si no seguimos sin dejar de intentarlo, quien sabe si en alguna ocasión no recibiremos aquello que mas ansiamos.
Y se que ya lo he dicho, pero me ha gustado mucho
.
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Como decía un gran sabio, «si hay tantos errores para cometer, ¿por qué cometer siempre los mismos?. Yo pienso que no hay que dejar de intentarlo, pero no siempre de la misma manera…
Gracias de corazón por leerme, y me ha encantado tu comentario!
Un abrazo.
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Muchísimas gracias!, me alegra saber q te ha gustado y que la compartes!
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Maravillosa reflexión. La he compartido en mi blog porque me parece que vale la pena que la lea todo el mundo.
Gracias, Anita, por compartir pensamientos y sentimientos tan bellos y certeros
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Muchas gracias por leerme, y también por compartir esta reflexión en tu blog.
Un abrazo!
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Una exposición preciosa! , y que siento muy cierta.
Me encanta leerte y reflexionar sobre lo que expresas.
Quiero ser valiente!!
Gracias Anita.
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La realidad es que siempre estamos llenos de propósitos, pero lo importante es afrontarlos, de lo contrario, no sirven de nada las buenas intenciones.
Un abrazo
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Gracias Ana.. Ojala!! Que razon tienes…
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Gracias a ti por estar ahí !
Un abrazo
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Realmente nunca leí verdades tan grandes. Me he reflejado en mi.propio espejo y sí, lo reconozco, no me estoy mirando a mí misma, solo miro a los demás, tomamos decisiones que llevamos siempre a cuestas, echamos la culpa a todo el mundo, sin darnos cuenta que esa decisión es nuestra. No sabemos criticar nuestras imperfecciones, para nosotros todo es mala suerte, no sentimos que somos responsables de cosas, no nos damos cuenta que nuestras actitudes vienen a veces al lado de malas decisiones y arrastramos todo el dolor de la vida en cada paso que damos y por eso no podemos ser felices. Quizá deberíamos parar y quitarnos esa mochila de cosas que nos retrasan y no nos dejan caminar. Me encantó leerte. Besos a tu alma.
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Pues sí, solamente cuando somos capaces de soltar y liberar esos condicionamientos que tenemos a nivel inconsciente podremos encontrar lo que tanto buscamos.
Gracias por comentar, me han encantado tus palabras.
Un beso enorme.
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razón no te falta. es así como debemos afrontar nuestra vida. Un trabajo relevante para encontrarnos. Que bueno es leerte.
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Es el trabajo único y real, el de encontrarnos con quien somos de verdad ….
Un abrazo.
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A veces sin darnos cuenta e incluso a veces, dándonos cuenta.
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Si, no es fácil de ninguna manera.
Un abrazo y gracias por comentar.
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Cierto. están escondidos, como fantasmillas melifluos, en las más remotas circunvoluciones de nuestra mente… esperando el momento de volver
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Quizás lo mejor es tratar de disolverlos y así ser más libres.
Un abrazo
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Cierto 🙂
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